sábado, 8 de diciembre de 2012

Siempre, comienza ya...





Apenas terminando de ver un capitulo de Cold Case (El fin del mundo), una verdadera obra de arte ambientada en un dia único de la historia moderna, el ataque Guerra de los Mundos que protagonizo aquel 30 de Octubre de 1938 Orson Welles, cuando contaba con apenas 23 años a través de la radio, me queda la pregunta de cúantos de nosotros hemos crecido preparados para aprovechar nuestro tiempo, cúantos de nuestros niños tendrán la educación emocional cuando lleguen a adultos, que les permita ser felices y saber, tener claro, qué es lo que realmente deséan, lo que les importa...

Aquel día tan insustituible (vispera de Hallowen) Orson Welles y sus compañeros de teatro realizaban una adaptacion excelente a la radio de la obra "La guerra de los Mundos" de H.G. Well de manera tan creible que en aquel ambiente de la depresión, y con las tensiones previas a la Segunda Guerra Mundial, muchos miles de personas que no oyeron la cabecera del programa creyeron que aquello se relataba realmente como un noticiario. 

El panico se apodero de miles de personas que colapsaron telefonos y salieron a las calles convencidos de que el mundo, y sus vidas tocaban a su fin.

Muchos fueron los motivos que propiciaron que la reaccion en Nueva York y New Jersey fuese de tal envergadura (que por cierto se probó en un par de ocasiones mas hace no mas de 20 años con exitos similares), pero lo que realmente me llega de la historia es cada una de esas personas, cada una de esas reacciones...

Existen miles y miles de testimonios de aquella mañana de Domingo. Gente que se envolvía la cara intentando sobrevivir al gas marciano, gente que intentó huir en coche, gente que desapareció perdida, muchos de ellos presa del panico.

Entre todos esas personas, hubo tambien quien solo pensó en sus ultimos momentos, en aquellas cosas pendientes, en todo lo que tenian que hacer y decir, en las personas queridas y el poco tiempo que les quedaba, en lo que les quedaba por hacer.


Aquellas personas y cosas verdadéramente importantes, que estaban dejando para mañana. Un mañana que quizá no llegaría.
Y es que en ocasiones, amigos, solo la "locura" colectiva es capaz de demostrarnos que a veces si puede ser demasiado tarde, que a veces las últimas notas de Sinatra cantando "always" ruedan dejando que al fin, lo que no dijimos, se lo lleve el viento... o la Guerra de los Mundos.

Es tan estupido esperar al fin para darnos cuenta de lo que realmente importa, esperar para llorar, para sentir, para llamar...

Always, siempre, empieza YA.