Apenas terminando
de ver un capitulo de Cold Case (El fin del mundo), una verdadera obra de arte
ambientada en un dia único de la historia moderna, el ataque Guerra
de los Mundos que protagonizo aquel 30 de Octubre de 1938 Orson
Welles, cuando contaba con apenas 23 años a través de la radio, me queda la pregunta de cúantos de
nosotros hemos crecido preparados para aprovechar nuestro tiempo, cúantos de nuestros niños tendrán la educación emocional cuando lleguen a adultos, que les permita ser felices y saber, tener claro, qué es lo que realmente deséan, lo que les importa...
Aquel día tan
insustituible (vispera de Hallowen) Orson Welles y sus compañeros de
teatro realizaban una adaptacion excelente a la radio de la obra "La
guerra de los Mundos" de H.G. Well de manera tan creible que en
aquel ambiente de la depresión, y con las tensiones previas a la
Segunda Guerra Mundial, muchos miles de personas que no oyeron la
cabecera del programa creyeron que aquello se relataba realmente como
un noticiario.
El panico se apodero de miles de personas que colapsaron telefonos y salieron a las calles convencidos de que el mundo, y sus vidas tocaban a su fin.
El panico se apodero de miles de personas que colapsaron telefonos y salieron a las calles convencidos de que el mundo, y sus vidas tocaban a su fin.
Muchos
fueron los motivos que propiciaron que la reaccion en Nueva York y
New Jersey fuese de tal envergadura (que por cierto se probó en un
par de ocasiones mas hace no mas de 20 años con exitos similares),
pero lo que realmente me llega de la historia es cada una de esas
personas, cada una de esas reacciones...
Existen miles y
miles de testimonios de aquella mañana de Domingo. Gente que se
envolvía la cara intentando sobrevivir al gas marciano, gente que
intentó huir en coche, gente que desapareció perdida, muchos de
ellos presa del panico.
Entre todos esas
personas, hubo tambien quien solo pensó en sus ultimos momentos, en
aquellas cosas pendientes, en todo lo que tenian que hacer y decir,
en las personas queridas y el poco tiempo que les quedaba, en lo que
les quedaba por hacer.
Aquellas personas y cosas verdadéramente importantes, que estaban dejando para mañana. Un mañana que quizá no llegaría.
Y es que en
ocasiones, amigos, solo la "locura" colectiva es capaz de
demostrarnos que a veces si puede ser demasiado tarde, que a veces
las últimas notas de Sinatra cantando "always" ruedan
dejando que al fin, lo que no dijimos, se lo lleve el viento... o la
Guerra de los Mundos.
Es tan estupido
esperar al fin para darnos cuenta de lo que realmente importa,
esperar para llorar, para sentir, para llamar...
Always, siempre, empieza YA.